El reverso del agua es un libro sobre la transfiguración. En la insistencia del ojo y elmpez, el agua emerge y transita en distintas formas como río, mar y lluvia. Se emprende la partida, algo se separa –se parte— y se va. La habitación favorita de esos fantasmas que quedaron será el cuerpo de una voz que los sigue animando por el soplo de la nostalgia. A veces, la poesía de este libro es ese soplo. Entonces empieza la danza macabra, la desrealización del paisaje; el hambre, que no la sed. Comerse un pez es tal  vez una forma de devorar el agua, el deseo de entregarse al banquete, ser comensal ymcomida al mismo tiempo. De hombre a pez, de pez a hombre y, finalmente, de pez-hombre a palabra. Transmutación propia de las alquimias del agua, que puede ir desde la humildad de la gota a la grandeza del mar. Pero ni mar ni cielo. Orilla y fondo; poesía. Vuelta a morir, y al morir regresar a la tierra. En esta reversibilidad se juega la posibilidad de la contemplación, de la visión amplia. El mundo es al fin grande. Abruma la brújula, pero es grande de nuevo y el acuario es tan sólo uno más de sus objetos, ya
no su totalidad.
 
Loreto Contreras Godoy
 
 
Atravesado por la urgencia de partir, El reverso del agua es la bitácora poética de quienm cruza un límite geográfico y psíquico, con la convicción de que tal vez nada vale la pena, salvo el entusiasmo. Como la experiencia misma que destilan, estos poemas participan de un ánimo exploratorio que roza lo ensayístico y lo narrativo, pero que no renuncia al canto y a la imagen visionaria. El deseo se revela como el mejor guía en tierra extranjera, capaz de transformar lo real en maravilla y de revelar la maravilla como ilusión. Nacen del nudo estos poemas, de algo atragantado que no pueden decir y que de pronto aflora como un agua subterránea, quedando a la deriva de la escritura.
 
Fernando García Moggia